La verdadera cara de los antitaurinos.
De sobra conocemos cuál es la verdadera cara de los antitaurinos. Personas "pacifistas" que no hacen más que meterse con los aficionados. En este caso es peor. Amenzan a menores. Aunque esto no es nuevo, ya amenazaron a Antonio Barrera con sus hijas. En fin... seres despreciables.
Artículo de Roberto Bécares en El Mundo:
Alejandra tiene cuatro años y desde el pasado 14 de septiembre le ha preguntado varias veces a su madre, Susana: «mamá, ¿por qué nos atacó el hombre de negro?». Las imágenes de la agresión vuelven como una pesadilla a Susana, que aquel día, tras cerrar la tienda Toro Coe Coe, en la céntrica calle Esparteros, donde tienen una recreación de los encierros taurinos, con tres toros naturalizados a tamaño real que hacen las delicias de los turistas que se hacen fotos junto a ellos, sufrió un ataque en el metro de Ópera.
Un desconocido les persiguió y les roció con gas pimienta a ella y a su dos hijas. Lucía, de 13 años, asmática, se llevó la peor parte. Ambas fueron atendidas por el Samur por problemas de respiración y de un ataque de ansiedad. Susana se encargaba aquel día de la tienda, donde ayudaba a su familia, entre ella su cuñada, Verónica Chamizo, responsable del negocio, que ha visto cómo de un día para otro, la tienda «donde nos hemos dejado mucho, el que es nuestro proyecto de vida» se volvía la diana de antitaurinos violentos.
Todo empezó hace un mes, cuando aparecieron pintadas en el escaparate de la tienda y otro día el cartel publicitario del local, que está en la acera, aparecía rajado. «Alguno que otro pasaba y nos gritaba asesinos», recuerda Verónica. Un día desconocidos incendiaron el contenedor de basura al lado del local, dañando otro establecimiento cercano –se rompió el cristal del escaparate– y ennegreciendo la fachada.
Pero las amenazas fueron a más. El pasado 24 de agosto, se enteró de que un hombre, Sergio G.T., creó un evento en la red social Facebook para realizar un escrache (acción de acoso e intimidación) en la puerta de la tienda. «Invitaron a 5.124 personas, de las que confirmaron su asistencia 130 a una semana del evento».
Verónica leyó «asustada» y «atemorizada» los comentarios que habían puesto algunos internautas, entre ellos Sergio G. T, que llamaban al boicot. «Esperemos que se arruine o sufra un accidente», «hay que ir a partirles las piernas» o «si sale ardiendo igual tenemos suerte» se podía leer.
«No daba crédito, la verdad, es incongruente que gente que se considera pacifista y que se supone que defiende a los animales luego te ponga una pistola en la sien», razona Verónica, que puso una denuncia en la comisaría de la Policía Nacional, que abortó el escrache y citó a declarar al promotor de la acción. «La verdad es que les estoy muy agradecida».
Y cuando parecía que la situación se había normalizado, llegó el ataque a su cuñada y sus sobrinas el pasado día 14. «Ella está con calmantes después de todo lo que ha pasado, se sintió totalmente vulnerable por no poder proteger a sus hijas; de hecho no ha podido volver a venir», señala la empresaria.
Verónica no entiende la animadversión que sienten estas personas hacia su negocio: «Hablan en los comentarios de parafernalia criminal que adorna la tienda, pero ¿el qué, las zapatillas de esparto?». Aparte de la muy lograda recreación de un tramo del encierro de la calle Estafeta de Pamplona, incluso con adoquiones reales para simular el asfalto, en el establecimiento se pueden comprar los tradicionales pañuelos de fiestas, cabezas de toro, bolsos hechos a mano de Asturias, forjas de Toledo, cuadros de artistas madrileños...
Durante las últimas semanas, toda su familia, que se reparte a la hora de acudir al negocio, ha vivido «atemorizada, con miedo». «Siempre que vengo por las mañanas vengo pensando que igual nos han roto el escaparate y temiendo por nuestra integridad física», se sincera la empresaria. «Me he sentido como en las películas donde los judíos son perseguidos en la II Guerra Mundial, que se sentían impotentes cuando atacaban sus negocios, ha sido una sensación parecida».
Pero ni Verónica ni su familia parece que vayan a dar su brazo a torcer ante las amenazas. Si, como casi todos los negocios de la zona, están sobreviviendo con esfuerzo las sacudidas más violentas de la crisis, las amenazas tampoco podrán con ellos. «A mí me han educado en el respeto. Yo no siento el odio que sienten ellos, es una lástima que alguien actúe de esta manera, debe ser una persona con muy poco amor a su alrededor», afirma la empresaria, que seguirá en Esparteros 5, «sin más armas que mi ilusión por mi trabajo y mi respeto al prójimo».